Por motivos económicos van a retirar el tratamiento a los enfermos crónicos que no puedan dar una pronta respuesta de recuperación...Decía el titular del periódico de ayer.
Solo apreté un poco los labios, no sabía en realidad de qué lamentarme, es de esas noticias que te es indiferente pero en el fondo sabes que no es justo y que no es una medida moral, como otras tantas. A veces, muchas, pienso que en los institutos nos dan ética para que sepamos de qué carece la sociedad y por supuesto me incluyo.

El caso es que...por casualidad o no, yo estaba entre esa retirada de medicamentos y movidas por no caer en la bancarrota. Parecía, bueno no parecía, era inhumano, ni si quiera llegaba a creer que se pudiera llevar a cabo una medida así. Pero tampoco me tembló la voz.

Decidí que, para qué apagarme poco a poco, quería ser como mi ídolo que tampoco supo consumirse lentamente, y opté por irme por mi propio pie, porque una vez que no pudiera andar ya solo tendría que esperar a que me echaran...y eso me parecía muy triste, agotar mis días mirando el techo como si no hubiera más que esa frontera.


Siempre pensé en el caballo...toneladas en una jeringuilla de 10 mml, 'apaga y vamonos' era mi lema. Todos mis ahorros en un polvo dulce. O en abrir el butano, y decir adiós a todo lo que de verdad odiaba y todo lo que de verdad me odió. No sabía aun que hacer, el tiro en el paladar lo tenía que estudiar, y en la sien me venía mal, por poner una excusa.

Me puse un margen, no quería llegar al deterioro de un drogadicto de larga carrera, así que avisé a mi gente, ¿Por qué no? si la noticia estaba en boca de todos. Hablé a veces con desgana, otras intentando mostrarme fuerte aunque no me sintiera así...y hablé también con ella. Quería verla antes de hacer de mi un pajarito. No se pudo negar. La adevertí que no intentara hacerme cambiar ninguna de mis absurdas, o valientes y cobardes ideas.

Nos vimos y hablamos de cualquier cosa, tooodo el rato encauzando la mirada para no terminar en el suelo. No la dejé morderse las uñas, no la dejé pensar. Nos pisamos varias veces hablando y luego venía el silencio, y el respeto que nunca tuve para que hablara ella primero, y lo notó. Al igual que yo notaba como me atropellaba el maldito tiempo, cabrón, siempre en contra.  No nos quedaba mucho que hablar pero si mucho que mirarnos aunque fuera en presencia del silencio, que a mi me perturbaba con ella. No tuvimos ningún contacto, hasta que quiso abrazar el olvido y a mí con el.


Entonces ya me tembló la voz, ya sentí que a lo mejor, era mejor morir lentamente si podía sentir eso otra vez. Ya estaba pisando un poco el suelo y la condena de irme y no probar otra vez la imaginación de vivir con ella un misero segundo más.


Si yo me prohibía eso...
me estaba yendo también.

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